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KINTSUGI: EL ARTE DE AMAR NUESTRAS CICATRICES

Actualizado: 10 oct

En la filosofía japonesa, el Kintsugi, que significa “reparar con oro”, es mucho más que una técnica artesanal: es un símbolo de renacimiento, aceptación y belleza en la imperfección.


Originalmente, el Kintsugi se utilizaba para reparar piezas de cerámica rotas con una resina mezclada con polvo de oro, plata o platino. Lejos de ocultar las grietas, este arte las resalta, transformando la herida en una joya, y recordándonos que cada fisura cuenta una historia sagrada de transformación.


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EL ORIGEN DE UN SÍMBOLO SANADOR

Cuenta la leyenda que en el siglo XV, el shogun japonés Ashikaga Yoshimasa envió su taza de té rota a China para ser reparada. Al recibirla con toscas grapas de metal, pidió a los artesanos japoneses que encontraran una manera más bella de restaurarla.


Así nació el Kintsugi, un arte influido por la filosofía wabi-sabi, que honra la belleza de lo imperfecto; el mottainai, que nos recuerda no desperdiciar lo que aún tiene valor; y el mushin, que enseña la aceptación del cambio y la impermanencia.


Las etapas del Kintsugi son:

El accidente... Reunir los fragmentos.


Armado o preparación... Limpieza de las piezas y ensamble. 


La espera... Es importante esperar que todo seque bien.


Reparar... Lijado, lacado y aplicación de polvo de oro.


Revelar... Se puele el objeto para que resalte el brillo.



LA METÁFORA ESPIRITUAL DEL KINTSUGI

En Koradhi Vida Consciente, abordamos el Kintsugi como una práctica de Reiki interior, un acto de amor hacia nuestras propias grietas del alma. Al igual que una taza que ha sido reparada con oro, nosotros también podemos embellecer nuestras heridas al mirarlas con conciencia, sin negarlas ni ocultarlas. Cada marca emocional se convierte en un recordatorio de nuestra fortaleza y de nuestra capacidad infinita de renacer.


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Cuando comprendemos que la herida forma parte de la historia del ser, dejamos de luchar contra ella. La reconocemos como una maestra.


El verdadero valor no está en volver a ser los de antes, sino en convertirnos en algo nuevo, en algo más auténtico, más sabio, más luminoso.


Es en los momentos complicados cuando te retas verdaderamente y sabes de lo que puedes llegar a ser capaz.


“Eres desafortunado porque no has sufrido adversidad. Has pasado tu vida sin un oponente, y nadie sabrá de lo que eres capaz, ni siquiera tú.”

EL ARTE DE AMAR NUESTRAS CICATRICES

En un mundo que idolatra lo joven, lo perfecto y lo simétrico, el Kintsugi nos enseña a honrar la vulnerabilidad, el paso del tiempo y la transformación. Cada cicatriz, visible o invisible, puede convertirse en un hilo dorado que une las piezas de nuestra historia, revelando la grandeza que nace cuando dejamos de escondernos.



“No desarrollas valentía cuando todo va bien, sino cuando sobrevives momentos difíciles y superas la adversidad”. -Epicteto

En nuestra escuela, el Kintsugi inspira cada práctica, meditación y proceso formativo, porque es a filosofía japonesa que enseña la resilencia. Es la esencia de lo que enseñamos en cada encuentro: reparar desde el alma, abrazar la imperfección, y transformar las fracturas en caminos de luz.


No querer sufrir, no evita sufrimiento.
Negar el sufrimiento, no evita sufrimiento.
Vivir en la inopia, no evita sufrimiento.
Estar preparado mentalmente, si evita el sufrimiento.

Porque cada una de nosotr@s, como esas porcelanas reparadas con oro, ha dejado de ser algo común para convertirse en algo sagrado. Más bella por haber sido rota. Más sabia por haberse reconstruido.


¡Te saludo desde el corazón!

GASSHO

Luisa Atanor


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